viernes, 2 de octubre de 2009

Palabras que te dejan paralizado y medio aturdido. Frases que retumban y pegan tan fuerte como el viento. No esperes para nada que nada sea inmortal. Serán todo sitios desiertos con mucha arena y poca marcha. Todo rodeado de playas de piedras grandes, oscuras y afiladas. No sumes, acabarás restando. Eres débil como la flor que se marchita al final de cada otoño. Eres como es perro abandonado que vaga moribundo por la misma calle cada día. Eres como ese coche que resta inmóvil y para nada intenta arrancar su motor de varias generaciones atrás. Intentas minimizar el tiempo y sufres, sudas para conseguirlo y nada. Te das cuenta y ya estás en la siguiente casilla de tu juego. Porque estamos hablando de un simple juego. Lanzas el dado en busca de suerte y el azar ahora es tu amo. Él te domina y decide que vas a hacer. Es muy sencillo, tirar y avanzar. Sin mirar atrás. Avanzando con seguridad pero con una firmeza que nadie de la pueda arrebatar. Tendrás suerte y podrás tirar dos veces, podrás sonreír dos veces, quizás sonreirán por ti… Goza del juego porque el mal se avecina y te espera en una de esas últimas casillas que quedan tan lejos de ese juego. Un tablero con tu nombre. Tu apellido. Tu otro apellido. Un simple juego el cual corresponde a tu vida increíblemente de juegos y juegos.

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