viernes, 29 de enero de 2010


Papá, ¿por qué nunca olvidamos el ayer?
Realmente, el ayer nos consta como recuerdo, pasado y experiencias vividas. Realmente las curiosidades que nos envuelven en duda y nos corroen el cuerpo sea amanecer o atardecer, viven en el ayer. Porque aprendemos a contar agujas en un pajar. Aprendemos a no verlas, a no buscarlas. A dejarlas tiradas y a escondidas. Dejamos fluir el ayer cómo recuerdos de agua. Apretamos los dientes pensando en la fecha que tenemos marcada en el calendario antiguo, donde polvo vence a brillo y novedad.
Porque el ayer forma parte de nosotros. Porque nuestros pasos, nuestras hazañas dejan huella. Sabemos que lo imprevisible puede resultar hasta arriesgado, pero sabemos que lo arriesgado se recuerda.
Más vale recuerdo en mente, que cien sueños malogrados volando por ahí.
Pero papá, ¿Qué pasará ahora?

lunes, 4 de enero de 2010


Coge tus aspiraciones y guárdalas en el bolsillo, aquí no sirven. Quizás ese bolsillo ya está lleno, lleno de realidades, entonces prueba en el otro bolsillo. Prueba con ver el recorrido de la lluvia. Tampoco servirá de nada coger todas esas fotografías viejas y echarlas al aire. Ni quemarlas a fuego lento, como si los recuerdos también se transformaran en humo lentamente mientras tu mirada fija en el fuego también se pierde. No hay personaje de ninguna novela que viva lo mismo. No hay fuego que queme igual que el anterior, ni que el de ayer. Puede que tus aspiraciones se basen en fotos antiguas guardadas en cajones aún más antiguos, hechos de madera porosa y anciana. Puede ser que esas aspiraciones de papel fotográfico ardan en llamas en tus bolsillos. Prepárate para todo.