jueves, 1 de septiembre de 2011

Un sin fín

No explotaré hasta el día que llueva dinamita. Dinamito eso a lo que ellos llaman suerte. Aparece, el destino ya ha escrito mi final. Finalizar en el olvido. Olvidar y quedar olvidado.

Me quedaré aquí regalando mis pensamientos, escritos en el aire para que nadie sea mi lector. Para qué la existencia de la subjetividad si al final Exigencia se nos presenta y nos exige perfección, nos da a escoger entre una y la misma opción. Mi público no es objetivo. Objetivo público el de derrotarme en mi papel, no con mi pluma, no con mis palabras aunque esté en la prórroga.

Conocer a un pez para poder ser su anzuelo, remontar el vuelo y dejar de andar lento, eres tú la pausa que busco en este momento, la que me desconcierte en un concierto de lo falso y lo cierto. Mis anhelos no son pasajeros, no viajeros del tiempo. Pienso como Nadie, pero Nadie es mi profesor, el que me enseña que debo aprender y batallar de cada error. Un dulce no amarga, pero prefiero pensar que la amargura de la lucha caballeresca endulce la delicada victoria. Juego con las palabras como si fuera un juego, igual que ellas juegan conmigo dejándome sin ego. Sino que hacemos aquí...