viernes, 24 de julio de 2009


La sencillez de los objetivos no mide su dificultad. Todo empieza por decir que hay que hacer. Que cambio se debe llevar a cabo para que el rumbo coja otra dirección. Pero como en todo, las palabras sólo son el principio. Todo lo otro no es trabajo fácil, como cuando uno goza de lo suyo, no. Para querer cambiarlo, sin pegas, sin problemas que puedan ocurrir, se debe luchar por el cambio. Quizás, la mejor respuesta se encuentre entre toda esa multitud que sin abrir la boca, te enfoca tu futuro. No son los principios de uno mismo los que dirigen, ni los de los otros. Porque si de una inmensidad lejana y amplia, todo fueran almas, el frío y el cambio arrasaría en ellas como el cambio lo hizo en mi.

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